viernes, 22 de diciembre de 2017

Mis libros (cubanos) del año

El Nuevo Herald me pregunta por mi libro favorito escrito en español y publicado este año y respondo:

"Mi libro favorito de este año son tres. Dos de ellos rellenos con relatos formidables: ambos con un animal en el título, ambos de un humor brutal. En todo lo demás son bastante distintos. Por un lado "Mi novia preferida fue un bulldog francés" (Alfaguara) de Legna Rodríguez Iglesias, un libro que es como esos amigos que conociste en una pelea, justo mientras te rompía la nariz: nunca te vas a olvidar de él. Por otro está "El año del cerdo" (Alexandria Library) de Francisco García González cuyos cuentos son la mejor descripción que he encontrado del apocalipsis en cámara lenta que es la náufraga isla de Cuba: desde los últimos cincuenta años hasta los próximos quinientos. Y faltaría "Estudios del malestar" (Anagrama) del filósofo español José Luis Pardo, un análisis brillante del ascenso del populismo en los últimos cien años, no solo como opción política sino también artística, si es que vale apuntar la diferencia"

Dejé de mencionar, sin embargo, otros libros que por una razón u otra me han impactado este año. Uno es la novela “La casa y la isla” de Ronaldo Menéndez donde el escritor ajusta cuentas con su pasado cubano: con sus recuerdos escolares, juveniles, su pertenencia al grupo El Establo y la diaria miseria que distribuye a partes iguales hambre y miedo: todo eso repartido en personajes y escenarios creíbles y queribles.
De “Adiós mi Habana” ya he hablado aquí y poco me queda por añadir.
Por lo demás este ha sido mi año Abreu. Imperdonable que haya tardado tanto en llegar a ellos pero eso no disminuye la recompensa de leerlos. De Juan leí “A la sombra del mar” (1998) “Debajo de la mesa” (2016) y la novela “Accidente” (2004). Todos son buenos pero recomiendo especialmente los dos primeros, estremecedores ejercicios de memoria. “A la sombra del mar” es una suerte de diario que un muy joven Abreu llevaba en los días en que su amigo Reinaldo Arenas se escondía de la persecución policial en la jungla falsa del Parque Lenin a donde Abreu le llevaba alimentos y otros recursos para que sobreviviera. Desde el fondo del llamado Quinquenio Gris ese libro rescata a la literatura cubana de la vergüenza de ser ella misma. “Debajo de la mesa” son las memorias del escritor desde su infancia mataperra en el reparto Poey hasta su salida de Cuba a través del éxodo del Mariel. Un libro imprescindible para entender unas cuantas cosas.

De su hermano José Abreu Felippe recomiendo enfáticamente “Dile adiós a la virgen” (2003). Detrás de ese título no especialmente atractivo se esconde una de las mejores novelas cubanas sobre la segunda mitad del siglo XX. La anécdota es sencilla: relata la vida del protagonista después de que toda su familia ha conseguido escapar a través del éxodo del Mariel. El submundo de los parias de la Revolución que para sobrevivir y ejercer una libertad reducida a la mínima expresión deben desdoblarse en traficantes de champú para perros, tahúres de casinos clandestinos, empresarios porno, yoguis o bisexuales voraces (la novela es a la bisexualidad cubana lo que las de Arenas son a la homosexualidad). A diferencia de otros libros similares la novela sigue al protagonista en su fuga a España y luego de largos años atrapado en ese exilio intermedio lo acompaña a los Estados Unidos y su difícil adaptación allí. Pero es en esos años cubanos que van apenas de 1980 a 1983 cuando vemos emerger como maravilla esta epopeya de la miseria, el miedo y la libertad.  
Ah, y me quedaría mencionar “Para matar a Robin Hood” (2017) una reunión de las crónicas de cine de Néstor Díaz de Villegas libro portentoso y sólido como si se hubiera escrito de un tirón y no como entregas dispersas a través de años. Pero de ese libro me gustaría hablar en detalle más adelante.

2 comentarios:

Miguel Iturralde dijo...

Espero tu reseña de "Para matar a Robin Hood"; de acuerdo con tu apreciación del mismo. NDDV explora con sus crónicas cuanto recoveco fílmico encuentra y lo desmenuza más allá de lo que el espectador (mi caso) vio en la sala de cine. Saludos

Anónimo dijo...

felices navidades, feliz anio nuevo y muchas gracias por ti.
leerte me alivia el alma